Cuando solo ves el diez: el riesgo de olvidar el proceso

Imagina que estás en un camino de montaña. Al fondo ves una cumbre brillante, marcada con un enorme número diez. Es lo que quieres: la nota perfecta, el trabajo soñado, el cuerpo ideal, la relación de cuento. Empiezas a caminar, pero con los ojos clavados en la cima. Te tropiezas con una piedra, te duele el pie… pero no lo miras. Te cruzas con flores preciosas, pero no las hueles. Llegas sin aliento, y cuando alcanzas la cima… te das cuenta de que no recuerdas nada del viaje.
Eso pasa cuando nos enfocamos solo en el resultado y no en el proceso. Y aunque parezca una buena estrategia para motivarse, la psicología nos dice que puede tener un alto coste emocional.
El diez como trampa
En psicología lo llamamos orientación al resultado. Y aunque querer superarse no es malo, cuando el resultado se convierte en obsesión, el proceso pierde sentido. Es como querer comer una tarta sin disfrutar de hornearla, o leer el final de un libro sin vivir la historia.
La investigación ha mostrado que esta forma de pensar puede estar asociada con mayores niveles de ansiedad, baja autoestima y perfeccionismo disfuncional (Stoeber & Otto, 2006). Además, puede generar una sensación constante de insatisfacción, porque el cerebro aprende a no celebrar el camino, solo la meta. Y cuando la meta llega… ya hay otra esperándote.
“Solo soy valioso si saco un diez”.
“Si no lo consigo perfecto, no sirve de nada».
¿Te suena? Muchas personas llegan a consulta en Self psicólogos Majadahonda repitiendo estas frases. Son adultos y adolescentes que se sienten vacíos, aunque aparentemente lo tienen “todo”.
Lo que pasa en el cerebro
El cerebro humano está diseñado para liberar dopamina no solo cuando alcanzamos un objetivo, sino también cuando sentimos que avanzamos. Sin embargo, si lo entrenamos para que solo libere dopamina al final del proceso, perdemos la capacidad de disfrutar de los pequeños logros diarios (Ainslie, 2001).
Esto también afecta a la motivación: si no hay reconocimiento del esfuerzo, la mente se agota. Como si corrieras una maratón sin agua en todo el camino.
Y entonces… ¿qué podemos hacer?
Aquí te comparto tres ejercicios prácticos para reconectar con el proceso y dejar de vivir solo para el diez:
1. El diario del camino
Cada noche escribe tres cosas que hayas hecho ese día y de las que te sientas orgulloso. No importa si son pequeñas: “Hoy hablé con sinceridad”, “Comí despacio y disfruté”, “Estudié 25 minutos sin distraerme”.
2. Celebra sin meta
Haz una actividad sin objetivo. Pinta, camina, escucha música. Elige no hacerlo para “mejorar”, ni para “ser productivo”. Solo hazlo por estar presente. Tu cerebro aprenderá a disfrutar del momento.
3. El ejercicio del “yo del camino”
Imagina que puedes hablar con tu “yo de hace 6 meses”. Hazle una carta contándole lo que has aprendido, más allá del resultado. Notarás cuánto has crecido.
La vida no es una lista de logros
Desde la psicología entendemos que el bienestar se construye no solo con metas, sino con vínculos, emociones y sentido. No estamos hechos para funcionar como máquinas de logros. Estamos hechos para vivir, sentir y compartir.
El proceso es lo que nos transforma. El diez puede motivar, pero el camino es lo que nos hace humanos.
🌱 Si quieres seguir explorando cómo soltar la exigencia y construir una autoestima más sana, te recomiendo leer nuestro artículo sobre El perfeccionismo y la autocrítica: cuando la búsqueda de la excelencia se vuelve en tu contra y este sobre Claves para mejorar tu autoestima.
Escrito por Self psicólogos en Majadahonda

Y si quieres saber más desde la evidencia científica, puedes consultar estos artículos:
En Sel fpsicólogos, en Majadahonda, ayudamos a personas que se sienten atrapadas en el “tengo que” a reconectar con su deseo y con su capacidad de disfrutar el ahora. Porque la vida no se mide en dieces, sino en los pasos que te llevan hasta ti.
¿Te ha gustado este artículo? Cuéntanos y te mandamos más. Y recuerda: el proceso también merece ser vivido.