¿Cual es tu estilo para resolver conflictos?

Resolver conflictos es una habilidad fundamental en la vida, pero ¿alguna vez te has detenido a reflexionar sobre tu propio estilo para hacerlo? En este artículo, nos adentraremos en los distintos enfoques para manejar las disputas y cómo pueden influir en nuestras relaciones y bienestar emocional.
Los orígenes del conflicto
El conflicto puede surgir por una variedad de razones, desde malentendidos hasta diferencias fundamentales en valores. ¿Te has preguntado alguna vez qué desencadena tus conflictos internos? Quizás sea un malentendido, una lucha de egos o una discrepancia en valores. Identificar estas raíces puede ser el primer paso para abordarlos de manera efectiva.
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Los estilos para resolver conflictos
Thomas y Killman (1972) describen cinco estilos para enfrentar los conflictos: competitivo, evasivo, comprometido, complaciente y colaborativo. Cada uno tiene sus propias fortalezas y debilidades, y es posible que nos identifiquemos con uno más que con otros.
Competitivo
Este estilo busca ganar a toda costa, sin tener en cuenta las opiniones contrarias. Es útil en situaciones urgentes, pero su uso excesivo puede resultar en relaciones tensas y falta de retroalimentación. Por ejemplo: En una reunión de trabajo, alguien insiste en que su propuesta es la única solución viable, desestimando cualquier otra sugerencia y presionando a los demás para que acepten su idea.
Evasivo
Aquí se evita el conflicto a toda costa, lo que puede ser útil para reducir tensiones temporales, pero si se abusa de este estilo, puede resultar en decisiones automáticas y falta de resolución de problemas. Por ejemplo: Una persona nota que su compañero de piso no limpia la cocina, pero en lugar de abordar el tema, decide ignorarlo y hacer la limpieza ella misma para evitar una confrontación.
Comprometido
En este estilo, ambas partes ceden un poco para llegar a un acuerdo. Es útil para temas de moderada importancia, pero si se usa en exceso, puede conducir a la pérdida de objetivos a largo plazo y problemas de poder. Buscar un equilibrio saludable entre compromiso y colaboración puede ser más beneficioso para lograr soluciones satisfactorias y sostenibles a largo plazo. Por ejemplo: Dos colegas están en desacuerdo sobre cómo organizar un evento y deciden dividir las responsabilidades, cada uno cediendo en algunas de sus ideas para poder llegar a un acuerdo y avanzar.
Complaciente
Se cede a las demandas de la otra parte para mantener la armonía, pero esto puede llevar a la pérdida de influencia y contribución si se abusa de él. Por ejemplo: En una pareja, uno de los miembros siempre elige las actividades del fin de semana porque el otro prefiere evitar discusiones y prefiere ceder para mantener la paz.
Colaborativo
Aquí, se busca encontrar una solución que satisfaga a ambas partes, lo que puede fortalecer las relaciones y fomentar la resolución creativa de problemas. Por ejemplo: En un equipo de proyecto, todos los miembros discuten abiertamente sus ideas y preocupaciones, trabajando juntos para encontrar una solución que integre las mejores propuestas de cada uno.
¿Cual es tu estilo para resolver conflictos?
Para realizar una autoevaluación de tu estilo de resolución de conflictos, reflexiona sobre tus reacciones y comportamientos en situaciones de conflicto recientes. Considera las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo reaccionas inicialmente ante un conflicto?
a) Intento ganar y demostrar que tengo razón (Competitivo)
b) Prefiero evitar el tema y no discutir (Evasivo)
c) Busco un punto medio rápidamente (Comprometido)
d) Cedo para mantener la paz (Complaciente)
e) Intento encontrar una solución que nos beneficie a ambos (Colaborativo)
2. ¿Cómo te sientes después de resolver conflictos?
a) Victorioso o satisfecho (Competitivo)
b) Aliviado porque se evitó la confrontación (Evasivo)
c) Moderadamente satisfecho, aunque algo insatisfecho con la concesión (Comprometido)
d) Resignado pero tranquilo (Complaciente)
e) Contento y valorado (Colaborativo)
3. ¿Qué impacto tienen tus resoluciones en tus relaciones a largo plazo?
a) Relaciones tensas o competitivas (Competitivo)
b) Relaciones superficiales y no comprometidas (Evasivo)
c) Relaciones funcionales pero a veces desequilibradas (Comprometido)
d) Relaciones pacíficas pero con falta de reciprocidad (Complaciente)
e) Relaciones fuertes y colaborativas (Colaborativo)
Técnicas para un estilo de resolución de conflictos saludable
Escucha activa
Presta atención plena a la otra parte, valida sus sentimientos y puntos de vista sin interrumpir. Esto puede reducir tensiones y promover la comprensión mutua. Te proponemos el siguiente ejercicio:
– Encuentra un lugar tranquilo y sin distracciones.
– Imagina un conflicto reciente que tuviste con alguien. Escribe una breve descripción de lo que sucedió.
– Lee la descripción en voz alta, imaginando que la otra persona está hablando.
– Mientras lees, toma notas sobre los puntos clave que menciona la descripción.
– Reflexiona sobre lo que has leído y escribe un breve resumen de la perspectiva de la otra persona. Por ejemplo: «Entiendo que te sentiste frustrado porque no te informé sobre el cambio de planes.»
Empatía
Ponte en el lugar de la otra persona para comprender mejor sus motivaciones y emociones. La empatía puede suavizar la confrontación y facilitar una resolución colaborativa. Te proponemos el siguiente ejercicio:
– Piensa en una situación en la que te hayas sentido mal entendido o abrumado.
– Relaciona esta situación con el conflicto que imaginaste en el ejercicio anterior.
– Escribe cómo te sentirías si estuvieras en la posición de la otra persona en ese conflicto.
– Redacta una frase empática que podrías decirle a la otra persona. Por ejemplo: «Puedo imaginar lo frustrante que debe haber sido para ti cuando no te informé sobre el cambio de planes.»
Comunicación asertiva
Expresa tus necesidades y deseos de manera clara y respetuosa, sin agresividad ni pasividad. Esto fomenta un intercambio abierto y honesto. Te proponemos el siguiente ejercicio:
– Anota tus necesidades y deseos respecto al conflicto que has estado imaginando. Por ejemplo: «Necesito que me informes con anticipación sobre cualquier cambio de planes.»
– Redacta un mensaje claro y respetuoso donde expreses tus necesidades. Por ejemplo: «Me siento preocupado cuando los planes cambian sin previo aviso y necesito que me informes con antelación para poder organizarme mejor.»
– Lee el mensaje en voz alta para asegurarte de que suene claro y respetuoso.
Búsqueda de soluciones ganar-ganar
Trabaja para encontrar soluciones que beneficien a ambas partes. Esto puede fortalecer las relaciones y crear un sentido de equidad y cooperación. Te proponemos el siguiente ejercicio:
– Piensa en posibles soluciones que podrían beneficiar a ambas partes del conflicto imaginado.
– Escribe una lista de al menos tres posibles soluciones. Por ejemplo: Ajustar las fechas de entrega internas para permitir más tiempo, dividir el trabajo de manera diferente, o programar reuniones semanales para revisar el progreso.
– Evalúa cada solución y elige la que creas que beneficiaría más a ambas partes. Redacta un plan breve para implementar esta solución. Por ejemplo: «Propondré que ajustemos las fechas de entrega internas para que ambos tengamos más tiempo, pero sin afectar el plazo final.»
Autoevaluación continua
Reflexiona regularmente sobre tu estilo de resolución de conflictos y cómo afecta tus relaciones. Ajusta tu enfoque según sea necesario para mantener un equilibrio saludable. Te proponemos el siguiente ejercicio:
– Reserva un tiempo después de cada ejercicio para reflexionar sobre cómo lo manejaste.
– Escribe una reflexión sobre lo que hiciste bien y lo que podrías mejorar. Piensa en cómo tus acciones afectaron la resolución del conflicto.
– Anota cualquier ajuste que podrías hacer en el futuro.
– Revisa tus notas periódicamente y busca oportunidades para aplicar lo que has aprendido en futuras interacciones.
Realiza estos ejercicios varias veces con diferentes escenarios para fortalecer tus habilidades de resolución de conflictos. Con el tiempo, notarás una mejora en tu capacidad para manejar conflictos de manera saludable y constructiva.
Encuentra tu propio camino
Cada estilo de resolución de conflictos tiene su momento y lugar adecuados, pero es importante encontrar un equilibrio que funcione para ti y para tus relaciones. Reflexiona sobre cómo abordas los conflictos en tu vida y considera si deseas hacer ajustes para mejorar la calidad de tus interacciones.
Conclusión
Resolver conflictos no siempre es fácil, pero entender tu propio estilo puede ser el primer paso hacia relaciones más saludables y un mayor bienestar emocional. Tómate el tiempo para explorar tus tendencias y considera cómo puedes cultivar un enfoque más efectivo para enfrentar los desafíos que surgen en tu vida.
¡Recuerda, cada conflicto es una oportunidad para crecer y aprender más sobre ti mismo y tus relaciones con los demás!
Escrito: por Self Psicólogos en Majadahonda

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Bibliografía
Para, C., & Su, M. Manejo de conflictos.